3 lecciones para founders de startups de la historia de Slack.
En 2009, Stewart Butterfield y su equipo de Tiny Speck estaban construyendo Glitch, un videojuego online raro, creativo, psicodélico y basado en colaboración. La idea era innovar en la industra de “gaming” y crear un mundo virtual distinto a todo lo que existía.
Stewart ya había cofundado Flickr, un app para compartir foto que vendieron a Yahoo! en el 2005, así que no era un novato. Tenía equipo, tenía funding, tenía visión.
Lo que no tenía era tracción.
Llevaba más 4 años de trabajo y más de $15 millones invertidos y Glitch nunca despegó. Era complejo, usaba Flash, y la gente simplemente no lo jugaba. En 2012 tuvieron que tomar la decisión dolorosa: cerrar el juego y despedir parte del equipo.
Pero no todo estaba perdida, dentro de las cenizas de Glitch quedó algo raro: el equipo había construido un app pequeño de mensajería para hablar entre ellos durante el proceso de construcción.
“Nos dimos cuenta de que no podíamos trabajar sin ese sistema. Era mejor que cualquier otra cosa allá afuera.” — Stewart Butterfield
Del “juego fallido” al “producto que ya usabas sin darte cuenta”
El equipo estaba distribuido entre San Francisco, Nueva York y Vancouver, y usaban emails, llamadas, chats sueltos…un desorden.
Ese desorden se sentía, y los atrasaba. Decidieron construir su propio sistema interno para coordinar tareas, compartir archivos, y básicamente mantener el flujo del día a día de la mejor manera posible.
Cuando Glitch murió, alguien en el equipo dijo medio en broma: “¿Y si lanzamos el chat como producto?”
Decidieron probar.
Así nació Slack
Tomaron esa herramienta interna, le hicieron un par de mejoras, le quitaron todo lo que sobraba, y la ofrecieron en beta a otros equipos tech. Desde el principio fue diferente:
- Todo se agrupaba por canales
- Todo era buscable
- Todo se sentía rápido, liviano y… divertido
Le pusieron de nombre Slack, por “Searchable Log of All Communication and Knowledge”.
No sabían si iba a pegar, pero pegó.
En su primer día público en 2014, miles de equipos se registraron. Para el primer año, eran cientos de miles de usuarios. En dos años, millones de usuarios.
Y en 2021, Salesforce la compró por USD$27B.
Slack fue un hallazgo afortunado, bien ejecutado. Pero sobre todo, es una historia de adaptación.
“No estábamos construyendo un producto nuevo. Estábamos construyendo algo que necesitábamos y que, resulta, muchas otras personas también necesitaban.” — Stewart Butterfield
3 lecciones, preguntas y tips para sus procesos de startups
1. Tu plan A probablemente no va a ser el que funcione. ¿Podés encontrar planes B dentro de lo que tenés?
Slack nació porque Glitch falló. Y fue un fallo doloroso, largo y caro. Pero esa herramienta de comunicación interna, que al inicio era un “extra” que no ofrecía valor real al producto, terminó siendo el verdadero producto. Si estás muy enamorado de tu idea original, podés pasar por alto la oportunidad más grande que tenés enfrente.
2. A veces ya construiste lo que necesitás vender. ¿Qué cosas usás hoy internamente que podrían tener valor para otros?
Lo más útil que construyó el equipo de Glitch no era para sus usuarios, era para ellos mismos. Basecamp, una empresa muy rentable, nació de un project management software interno que el equipo de 37 Signals usaba con sus clientes de diseño web. Pivotearon y convirtieron esa herramienta interna en el verdadero producto. Así hay mucho ejemplos. Pregunta clave: ¿Qué herramientas, procesos o soluciones usás hoy que podrían servir a otros equipos parecidos al tuyo?
3. Las startups que sobreviven son las que escuchan, cambian y prueban rápido. ¿Estás ejecutando con flexibilidad o con terquedad?
Butterfield no estaba enamorado de Glitch. Estaba enamorado de resolver problemas reales. Cuando se dio cuenta de que su “plan original” no funcionaba, escuchó, ajustó, y apostó por otra cosa. Esa flexibilidad salvó a su equipo y creó una nueva forma de trabajar para el resto del mundo.
